Un muelle para el sol

Hay muchas cosas que una reja no puede atrapar. La lluvia, el sol, los bichos, la luz de luna. Hay muchas huellas que deja la naturaleza en nosotrxs y que también nosotrxs dejamos en ella. Un cuadro pintado a la intemperie en una terraza de Chascomús, un piso lleno de polvo de tiza para que caminemos y fijemos nuestros pasos. Una caverna dorada para escucharnos, los bordes de una montaña para contemplar. La infinidad pintada en una cuchara.

En la segunda muestra individual de Juliana Iriart en Moria Galería, las obras de la artista nos preguntan: ¿la sensibilidad nos puede salvar?

——————

There are many things that a fence cannot capture. The rain, the sun, the bugs, the moonlight. There are many imprints that nature leaves on us and that we also leave on it. A painting done outdoors on a terrace in Chascomús, a floor covered in chalk dust for us to walk on and leave our footsteps. A golden cave for listening, the edges of a mountain for contemplation. Infinity painted on a spoon.

In Juliana Iriart’s second solo exhibition at Moria Gallery, the artist’s works ask us: Can sensitivity save us?